No sé si hay demasiadas personas capaces de juzgarse a sí mismas con un mínimo de imparcialidad. Yo no, desde luego. Así que, para organizar mi inicial decidí no imaginar nada, recurrí a un F bastante común —y que quedó demasiado gruesa al final, pero no me percaté hasta bueno le di color—, y asumí un poco del resto de las iniciales de la familia, como para significar algunas de mis grandes dependencias emocionales: Las hojas son de forma hastada, como las que utilicé para la G mi esposa; sus colores —así como los de los pequeños frutos— son, en cambio, la combinación de los utilizados en las iniciales de mis hijas e hijo.
Inscribí mi inicial en un hexágono regular —esta vez afinidades con el número seis— y, como en el caso de la G de Guillermo, tardé unas dos semanas hasta que me decidí por la tipografía del título que he hecho coincidir con la suya.
Estos días está haciendo mucho calor. Y lo noto.
Ferdinandus, d.s. Finalizado entre el segundo decanato de Cáncer y el primer decanato de Leo del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.