jueves, 29 de agosto de 2013

J capitular. 2. Aprendiendo


Sigamos con la J capitular
3a parte. Las elecciones no sólo tienen pros.
Papel para acuarela de Garzapapel. Hecho a mano, fibra de algodón. Un blanco perfecto y un tacto rugoso delicado. Pero para acuarela. Sé que tienen un papel específico para caligrafía, pero en Barcelona me ha sido imposible encontrarlo. El problema es que trabajar con plumilla es complicado. Lo positivo es que me he obligado a hacer prácticas de trazo con pincel fino.
He utilizado también una pasta selladora para simular un poco de relieve en los trazos pintados de rojo. No ha quedado una superficie totalmente lisa, quizás porque lo he diluido poco. La próxima vez probaré con gesso y dando más capas. 
El rojo de base es acuarela Cadmiun Red Pale Hue 103 Cotman de Winsor & Newton. Es un color precioso y en el papel da una calidad excelente, pero aplicado sobre la selladora queda poco homogéneo. Para el tono ligeramente oscuro he usado un gouache 55 Flame Read de Pelikan y de esta misma marca es el azul, uno de mis preferidos, el 108a Cobalt Blue; el color blanco es tinta de Winsor & Newton que me ha sorprendido positivamente al aplicarla con pincel.

4a parte. El proceso.
Tras hacer el marcaje en el papel, di un par de manos de selladora, coloreándola con una gota de acuarela roja para destacarla. 

Posteriormente pinté el rojo con la acuarela, sin problemas cromáticos en las partes sin selladora pero poco homogéneo donde la había, lo que me obligo a dar varias pasadas con resultados poco brillantes. 

Luego apliqué el azul y lo dejé secar todo toda una noche. Al día siguiente apliqué el rojo gouache en algunas zonas y la tinta blanca, con cuidado de que no se diluyera con los pigmentos previos. 

La letra no está completa, y no la tocaré en este estudio. Le faltan unas filigranas exteriores que la decoren pero, como ya he dicho, trabajar en este papel con plumillas finas me resultaría engorroso y sería muy posible que estropeara el trabajo hecho, así que lo dejo para cuando utilice esta inicial para el trabajo previsto. 
Y además, la caligrafía es para mí un método de introspección y relax y no entra en mis esquemas ponerme nervioso cuando me dedico a ella.
Ferdinandus, d.s. 

martes, 27 de agosto de 2013

J capitular. 1. A vueltas con la creatividad


Ha refrescado un poco. Y se agradece.
Decía Eugeni d’Ors: “Todo lo que no es tradición, es plagio”; quizás la frase sea un poco extrema, pero lo cierto es que en el tema de la creatividad no es oro todo lo que reluce. Y es que, al parecer, ser creativo no es tanto inventar algo “nuevo”, sino tener una forma “nueva” de combinar cosas ya existentes. En literatura, Vladimir Propp llegó a definir 31 elementos que se repiten invariablemente en todos los cuentos populares —aunque no todos en el mismo—, y en la caligrafía ¿qué decir? tenemos aproximadamente 28 signos alfabéticos y un número de tipografías menos amplio de lo que parece que vamos combinando de mil maneras posibles.
Cuento esto porque la inicial en la que he estado trabajando no es, desde luego, toda mía. Y me apetece dejar constancia del proceso.

1a Parte. Necesito una J capitular
Quiero hacer una carta de bienvenida y necesito una J inicial que destaque. Lo primero que hago es buscar en mi archivo, pero no encuentro ninguna que se ajuste a la idea previa que tengo. Encuentro, eso sí, dos I de sendos libros antiguos. La primera es de Giulio Menna y la tengo anotada como Walters Manuscript W. 805; la segunda me consta como “Freiburg, Bibliothèque cantonale”. 


No estoy seguro, pero supongo que tendré que darles las gracias a nuestros amigos de e-codices  y Walters Art Museum Illuminated Manuscripts , que generosamente publican en Flickr infinidad de páginas de manuscritos maravillosos.
El hecho de que sean íes, y no jotas, es un problema relativo. Porque lo que hago es diseñar una nueva letra a partir de las ideas que más me gustan de las dos. Ya tengo resuelto el primer problema.

2a Parte. Nunca estoy contento
Demasiado alargada. Poco “matemática” en sus proporciones. Y en la etapa actual necesito orden mental, así que recurro a la solución más obvia: la sucesión Fibonacci, descrita por Leonardo de Pisa a principios del siglo XIII y que nunca deja de asombrarme. 

Tras ajustar mi diseño a estas proporciones, el resultado ha sido éste:

Y bien, ya tengo la J que necesitaba. 
Ahora he de elegir colores, papel y técnicas, pero eso será en el próximo post.
Ferdinandus, d.s.

martes, 13 de agosto de 2013

Elogio de la pereza (I)


En realidad quería hacer otra cosa, pero los compromisos, los calores, un par de intentos fracasados y, por qué no reconocerlo, cierta abulia estival, me han limitado mucho. Y esto es lo único conseguido en un largo mes de verano.

Esta frase siempre me ha encantado. Complementa a la célebre Ley de Hlade (falsamente atribuida a Bill Gates), que reza así: “Si tienes una tarea difícil, encárgasela a un vago: encontrará una manera más fácil de realizarla”.

Si este otoño/invierno me decido, las caligrafiaré juntas y las presentaré con tapa, como las había pensado al principio. Si me decido.

El diseño del sol está tomado de un plato de cerámica que decora “Els Quatre Gats”, un lugar donde recalar a tomar algo cuando voy a Barcelona con mi esposa (en sus mesas se sentaron, en su momento, un joven Pablo Picasso o Santiago Rusiñol) y me he decantado por el azul y el blanco —sin más que un poco de dorado por aquello del sol— porque pocas hay como el Mediterráneo que representen tomárselo con calma.
P.S. 1. Cerámica con las inscripción, en catalán: “No ensuciéis las paredes. La limpieza es una gran muestra de civilizacion”; en Sitges, tocando el Mediterráneo, con estos mismos colores.

P.S. 2. La lectura de “El derecho a la pereza”, del revolucionario Paul Lafargue —yerno de Karl Marx, aunque mucho más divertido— es recomendable antes de que lleguen los fríos.
P.S. 3. Las tintas doradas son limitadas. A ver si alguien me enseña a dorar con pan de oro en condiciones.
Ferdinandus, d.s.