miércoles, 19 de octubre de 2016

M de Martina (Llambrich). Bocetos y orlas

“Habet ergo haec avis, si vere ita est, magnam similitudinem carnis Christi, cuius sanguine vivificati sumus”.
San Agustín

“Pie Pellicane, Iesu Domine, me immundum munda tuo sanguine, cuius una stilla salvum facere totum mundum
quit ab omni scelere”. 
Santo Tomás de Aquino

Una fuente de la iconografía en la Edad Media fueron los Bestiarios, compendios de ilustraciones de animales, reales o imaginarios, que contenían un simbolismo implícito compartido, tanto a nivel popular como iniciático. 
En el campo de la producción de libros, algunos iluminadores —como el también teólogo y obispo Petrus Lombardus en el siglo XII— utilizaron estos animales, y sus símbolos asociados, para decorar o construir hermosas letras capitulares.
Y en ello estoy últimamente. Mi última M mayúscula — http://ferdinandusscripsit.blogspot.com.es/2016/08/m-inicial-para-un-texto-de-de-crescenzo.html y http://ferdinandusscripsit.blogspot.com.es/2016/08/el-trabajo-en-la-vina-del-senor.html estaba compuesta por dos dragones. En ésta, de nuevo, recurro al bestiario, pero esta vez a un ave menos conocida: el pelicano.
Lo tenía decidido, pero me animó, sobre todo, una visita a Bélgica que hice hace unas semanas por motivos familiares, y que me permitió volver a pasear por Brujas y la Basílica de la Santa Sangre, donde este símbolo aparece con profusión.


A nivel de cristianismo, este palmípedo se identificó con el sacrificio de Cristo en la cruz y la Eucaristía. Y es que en la antigüedad, observando que el ave apoyaba el largo pico sobre el pecho para que comieran de él sus crías, y viendo que a veces aparecía manchado de sangre, imaginaron que se hería para darles la suya como alimento.

Por ello simboliza la abnegación, el sacrificio, el dar sin esperar nada a cambio y, por ende, con el amor paternofilial. Y, a nivel religioso, el sacramento de la comunión.

Nada más apropiado, pues, para usarlo como animal simbólico en un texto de bienvenida a una niña recién nacida, hija de un sobrino. Que su nombre sea Martina me vino bien, ya que al ser su inicial una letra simétrica, me permitía poner no uno, sino dos, representando al padre y la madre; y dos crías, dado que ahora son dos hermanas.

El simbolismo que pudo tener para logias masónicas o hermandades rosacruces, mejor si lo dejamos para otro momento.
Las orlas, de otro lado, están inspiradas en unos frescos de la Catedral de Nuestra Señora, de Amberes, que también volví a visitar en este viaje.

Las letras “esia” son una historia aparte. Aunque no llevan puntos ni están en mayúsculas, corresponderían a las iniciales de “et sic in aeternum”, que se podría traducir como “Y así para siempre”,que no es otra cosa que el título de un libro del humorista Chumy Chúmez con el que durante años finalicé mis vídeos familiares.

Ferdinandus, d.s. Bajo el signo de Libra de 2016 A. D.

jueves, 6 de octubre de 2016

Referentes para futuras caligrafías. San Miguel Arcángel.

En mis trabajos, inventar, lo que se dice inventar, invento muy poco. Me inspiro en antiguos manuscritos, en diseños que me parecen curiosos y, como no, en imágenes que voy observando cuando recorro museos o ciudades.
Hace unas semanas, en visita a Flandes por motivos familiares, me motivaron dos elementos icónicos repetidos: la imagen del Arcángel San Miguel y la del Pelicano como símbolo cristiano. Comparto algunas imágenes que tomé del primer tema y lo sitúo en su contexto.
Tras la caída del Imperio Romano Europa entra en una crisis de siglos donde el feudalismo va tomando forma, la Iglesia forma parte del juego del poder —nobles y altos clero comparten lazos familiares e intereses— y el cristianismo se va adoptando conjugándose con creencias y ritos anteriores. En este contexto, su germen monoteísta no acaba de cuajar y se ha de recurrir a ángeles y santos para acabar de cautivar las almas. Es la época en que toda ciudad y todo gremio tiene su santo patrón.
Las contradicciones aparecen con el grupo de los caballeros, cuyo trabajo es la guerra, tan ajena al pensamiento cristiano de paz y caridad. Así que hay que santificarla, hacerla en nombre de Dios si es posible, y buscar referentes en las Escrituras o en otros textos apócrifos. 
Y así, pronto aparecen en el devocionario dos santos guerreros: San Jorge —patrón de tantos lugares— y el Arcángel San Miguel —“¿Quién como Dios”—. Las imágenes de ambos se repetirán, a lo largo de esos siglos, en las más variadas manifestaciones artísticas por toda Europa.
Ambos cargados de referentes simbólicos. La gloria del primero viene de matar a un dragón; el segundo es el vencedor de la madre de todas las batallas: nada menos que el primer enfrentamiento, en los cielos, entre el bien y el mal.
En mi última visita a la Bélgica flamenca me he entretenido observando lo que queda de su legado medieval.
Y aunque no pude volver a los Museos Reales de Bellas Artes a contemplar, de nuevo, la fantástica obra de Brueghel La caída de los ángeles rebeldes, si logré, en mis paseos, captar algunas fotografías que ahora comparto:
San Miguel junto a San Jorge, en el Ayuntamiento — Stadhuis — de Bruselas

Coronando la torre del Stadhuis de Bruselas

Catedral de Bruselas, dedicada a él y a Santa Gúdula —Kathedraal van Sint-Michiel en Sint-Goedele

En Gante, en una casa frente a la Iglesia de San Nicolás — Sint-Niklaas.

En Gante. Pórtico de la Iglesia de San Miguel — Sint-Michielskerk.

En Gante. Interior de Sint-Michielskerk. 1

En Gante. Interior de Sint-Michielskerk. 2


En Gante. Interior de Sint-Michielskerk. 3

En Gante. Interior de Sint-Michielskerk. Vitral.

En Gante. Bronce sobre el puente entre Sint-Niklaas y Sint-Michielskerk


Ferdinandus, d.s. bajo el signo de Virgo (las fotografías)