domingo, 29 de abril de 2012

Haciéndome un cuaderno para prácticas. 2. Un modelo casi copto.


Hace un tiempo la biblioteca Armand Cardona ofreció un cursillo de iniciación a la encuadernación y restauración de libros al que me apunté. La profesora, Fina, era una profesional ya jubilada que, con un espíritu altruista, había decidido compartir lo que sabía. Quiero mostrar aquí mi agradecimiento por enseñarme y darme la oportunidad de aprender.
Lo poco que sé se lo debo a ella; los errores que cometo son sólo culpa mía: no siempre presté la debida atención a sus explicaciones.
Para hacer este cuaderno de prácticas de caligrafía he optado por un modelo medieval, con los nervios a la vista y sin protección en el lomo. Lo más parecido que conozco es la encuadernación copta, aunque no es exactamente así.

Los mayores problemas los he tenido para forrar las cubiertas y para hacer los cabezales, en los que no tengo ninguna experiencia. La mayor satisfacción es pensar que ahora mis apuntes, mis prácticas con letras, pigmentos o plumillas nuevas los tendré agrupados y podré conservarlos para ver si evoluciono y cómo.
He utilizado un papel sencillo en el que ya he visto que tendré problemas porque algunas tintas se corren un poco, aunque los guaches y la nogalina funcionan muy bien. Los colores que he usado para el cuaderno y la decoración han sido el amarfilado, blanco, negro y rojo (en las iniciales, cabezales y guardas, en las que he caligrafiado frases). 
El resultado final deja mucho que desear, pero me siento satisfecho: no buscaba más que aprender mediante la práctica y ver si era capaz de terminarlo.


Ferdinandus, d.s.

Haciéndome un cuaderno para prácticas. 1. Planteamiento previo.


Por si un día te decides a encuadernar: Se trata de pasártelo bien, de disfrutar, y hasta, si hay suerte, de sentirte algún rato feliz. Y de nada más. Si lo que pretendes es poseer algo hermoso, o ahorrar, créeme, vete a la librería más cercana y cómprate un buen cuaderno. Incluso los conocidos y caros Moleskine te saldrán baratos si los comparas con el coste en materiales, y sobre todo de horas, que vas a invertir en hacer algo con una calidad que ni se les acerca.
¿Para qué hacer, entonces, nuestras propias encuadernaciones? Pues por puro cariño a la inutilidad, por poesía, por amor, por notar que nuestras manos sirven para algo más que para teclear cualquier ñoñez en el ordenador. 
Para cerciorarnos de que, a pesar de lo que dicen, no somos tan manirrotos... o sí, pero que nos importa un pimiento. Por la satisfacción de tener entre las manos algo hecho por uno mismo, por el placer de regalar a quien queremos una parte de nosotros... o por mil cosas que ahora no se me ocurren.


Ferdinandus, d.s.

sábado, 14 de abril de 2012

Diseñando un logo mientras procastino

Mi hija pequeña —en plena adolescencia— me pregunta que si le puedo diseñar un logo para un dúo musical que ha formado con una amiga. Es una propuesta informal y para la que no hay prisa, pero como necesito relajarme y no me apetece hacer lo que debería hacer —procastinación activa, llamo yo a esto— me pongo a ello. 
Es un dúo en plan moderno, y yo soy más clásico, así que intento hacer algo original que compagine el frescor con la originalidad y que nos pueda gustar a los dos.
Finalmente, tomando como modelo una A capitular de un manuscrito del siglo XIV, hago las variaciones para que se adapte a lo que yo quiero e “invento” la Y griega que necesito (son sus dos iniciales). 
A mi hija el boceto le ha gustado, aunque no tiene claro que sirva para lo que quieren —y hay que esperar el visto bueno de la compañera, claro—. En cualquier caso, yo me lo he pasado bien, ella está contenta y si lo acabaré o no, dependerá de los próximos acontecimientos. 
Y hablando de procastinar activamente: Recuérdese la frase del Evangelio: “No os inquietéis, pues, por el mañana; porque el día de mañana ya tendrá sus propias inquietudes; bástele a cada día su afán”. (Mateo, 6:34). Pues eso.

Ferdinandus, d.s. 

martes, 10 de abril de 2012

Libros. ARTE SUBTILISSIMA ...

En estos días de fiesta he tenido tiempo de volver a mirar un libro que me regaló, hace ya tiempo, una gran amiga. 
Se trata de una edición facsímil editada por la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Valladolid  en 2002 titulado: ARTE SUBTILISSIMA, POR la qual se enseña a escriueir perfectamente. Hecho y experimentado, y agora de nuevo añadido por Iuan de Yciar Vizcayno. Y la edición original es nada menos que del año 1553.
Como libro de caligrafía no aporta gran cosa, pero permite una reflexión histórica cuanto menos curiosa: Cuando hacía ya un siglo que Gutenberg había desarrollado la imprenta de tipos móviles, y el papel de calígrafos y escribanos era ya puramente decorativo y testimonial, Juan de Yciar utilizó la imprenta —esa enemiga temida y feroz— para dar a conocer reglas y modelos de letras. 
De alguna forma me ha parecido terriblemente actual. En mi caso, me decidí a retomar mi afición por la caligrafía gracias a lo que iba encontrando en Internet y, dejando aparte algunos libros que he ido comprando, una gran parte de lo que he aprendido se lo debo a quienes han compartido sus trabajos en la Red. 
Paradójicamente, y aunque siga siendo una afición minoritaria, estoy convencido de que será de la mano de las nuevas tecnologías que antiguas artes, como la caligrafía y la iluminación, renacerán.
Juan de Yziar, allá en el siglo XVI, fue un precursor.

Ferdinandus d.s.

domingo, 8 de abril de 2012

Señor, concédenos ... / God, give us... II. El texto caligrafiado

Para V. G., de quien no sé nada desde septiembre de 2009.
Quien haya tenido un remordimiento que calmar, un recuerdo que evocar, un dolor que ahogar, una quimera que edificar, todos te han invocado, dios misterioso escondido en las fibras de la viña. ¡Qué grandes son los espectáculos del vino, iluminados por el sol interior! Qué verdadera y ardiente es esa segunda juventud que el hombre saca de él! Mas, ¡cuán temibles también sus fulminantes voluptuosidades y sus enervantes encantamientos!
          Charles Baudelaire: “El vino”, apéndice final de Los paraísos artificiales.
Tuve una vez una amiga que un día me confesó que era alcohólica. Un tiempo después volvió a California y perdimos el contacto; hace un par de años pudo localizarme y continuamos la relación vía e-mail durante un breve espacio de tiempo; luego se perdió de nuevo. 
De ella aprendí, sobre todo, tres cosas:
  1. Que por mucho que me empeñara, jamás entendería su infierno personal, porque no era como ella. Pero que estaba bien que me empeñara.
  2. El valor de la amistad de sus iguales, de los que yo no formaba parte. Pertenecía a Alcohólicos Anónimos y me emocionó conocer la historia de la institución y sus propuestas de sanación. Fue en una de las lecturas sobre el grupo donde encontré, por primera vez, esta frase, que ellos hicieron su lema (de ahí las dos A que he caligrafiado en rojo tras el nombre del autor).
  3. La importancia de la virtud de la moderación. El alcohol podía pasar de ser un buen compañero de viaje a convertirse en el peor de los enemigos. Sólo la sensatez permite seguir disfrutando de los placeres del vino. La lectura de Baudelaire, no hace falta decirlo, tomó un nuevo sentido tras conocer su drama personal.
Aparte de su relación con AA, la frase tiene un significado general profundo y me la he citado a mí mismo en múltiples ocasiones a lo largo de casi treinta años; tanto, que me he permitido, con todos los respetos, modificar su forma austera, intentando potenciar su contenido.
En estas últimas semanas, como ejercicio de reflexión y serenidad, la he caligrafiado.
Ferdinandus, d.s.




Señor, concédenos ... / God, give us... I. La capitular terminada

Hoy, Domingo de Resurrección, día de Pascua, he terminado mi trabajo.
Finalmente, la "S" capitular, tras algunas modificaciones, está formada por una serpiente que rodea un árbol de frutos dorados, en alusión al Árbol de la ciencia del bien y del mal y al concepto de Tentación, que se remarca por las uvas como camino para conseguir el éxtasis o la perdición.
Hay, sin embargo, algunas contradicciones claras: por ejemplo, el árbol aparece ya podado: es, por tanto, el árbol de un paraíso humanizado, artificial. Alrededor del tronco hay, además, un pergamino que sugiere la existencia de la escritura como forma de magia... pero no puede leerse nada (¿no hay nada escrito? ¿o es que nos es imposible verlo?). Arriba las hojas y los frutos; abajo raíces y semillas.
He jugado también con ciertas formas de simetría complementarias —arriba-abajo, izquierda-derecha, dentro-fuera ....—tanto con formas como con colores ¿un guiño a la idea de la rueda, de lo dinámico, del yin y el yang?
No siempre hay respuestas lógicas para lo que se intuye y se elige emocionalmente.