sábado, 6 de octubre de 2012

Un trabajo para mis padres: Los abuelos

A los padres siempre se les debe mucho. Este es un trabajo en que la pericia queda muy lejos del cariño.

Lo he tenido dando vueltas casi un año. Partía de un poema que encontré en una tienda de artesanía —titulado, precisamente, “Los abuelos”— y de unas fotografías que hice hace un par de años a una especie de roble en el Parque Nacional de Ordesa para utilizar como motivo en una orla. 

Una L capitular cadeaux tomada del extraordinario calígrafo del siglo XVI Vespasiano Amphiareo (y sin su maestría, claro está) parecía terminar el ejercicio, pero iba haciendo bocetos, dándole vueltas, y no acababa de gustarme. 

Después, mientras pasaban los meses, rehice el motivo de la orla, encontré otra L capitular más sencilla, y esbocé variantes del diseño original. 



Cuando ya estaba mas o menos claro, y con ese deseo de complicarme que me es tan propio, se me ocurrió aprovechar para hacer mi primer ejercicio de dorado con imitación de pan de oro. 


El resultado, lo reconozco, está entre lo lamentable y lo patético, y es que eso de ser autodidacta tiene algunos problemas de envergadura. Buscaré información, pediré ayuda y volveré a intentarlo.
Positivo: me he decidido a practicar con el pincel fino y le voy encontrando las posibilidades de las que había oído hablar.
Ahora sólo aguardo un viaje para ver a mis padres y llevárselo en nombre de su nieto y nietas. Y espero que no sean demasiado exigentes.

Ferdinandus, d.s.


2 comentarios:

  1. Pues a mí me gustó. :-)

    Saludos cordiales.

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  2. Gracias, Rafa. Se trata de ir probando cosas nuevas.

    Espero que la entrada en el otoño haya sido magnífica

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