sábado, 3 de octubre de 2020

Iniciales lombardas para una percha de mascarillas

 A menudo lo cotidiano nos invade hasta en esos momentos que pretendemos dedicarnos a nosotros. Lo cual está muy bien, por cierto.

En este caso, el uso habitual de mascarillas, que nos llevó primero a comprarlas y luego a artesanalizarlas (me acabo de inventar un verbo, espero que se me entienda) ha generado, al menos en mi casa, la necesidad de un sitio específico donde colocarlas. Algo que, sólo hace unos meses, ninguno nos habíamos planteado. 

Así que el otro día mi esposa recicló un viejo marco de fotografías y me dijo: Fernando, haz unas iniciales sencillas y legibles para que esto quede un poco mejor. Y eso ha sido todo. Tomé como modelo unas letras lombardas, las rediseñé a mi gusto y aquí están: sin ningún tipo de florituras ni decoraciones, con simple tinta roja sobre una cartulina de 160 gr. Y poca cosa más.

Una reflexión: algo hermoso de la vida a lo que a veces no prestamos atención es a todas esas cosas que, siendo “y poca cosa más”, suman horas vividas, momentos compartidos, sensaciones, aprendizajes, relaciones… pueden ser un té virtual con una amiga o una charla vía FaceTime con mi hijo, un paseo por la arena de la playa, cocinar al lado de mi hija, ver en pareja un capítulo de cualquier serie o, como ahora mismo, hacer unas sencillas letras para que quede más vistosa la percha donde colgamos las ahora omnipresentes mascarillas.

P.S. Las iniciales, por cierto, no son casuales; corresponden a Andrea, Godelieve y Fernando, los que actualmente convivimos aquí.

Ferdinandus, d.s. Realizado en los dos últimos días del primer decanato de Libra del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.


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