domingo, 9 de abril de 2017

Fermín & Sonia, o viceversa.

¿Demasiado alambicado, rococó incluso? Posiblemente. Pero es que soy así y así son, también, los recuerdos que me han llevado a realizar este trabajo: días llenos de experiencias, de paseos, de gargantas, de ríos, de bosques de pino rodeno o de arce de Montpellier, de animales salvajes, de formas, colores y sonidos extraordinarios; y siempre de la mañana a la noche. 
Fue en la sierra turolense, paseando alguna vez por las calles de Teruel, Albarracín y otros pueblos de la comarca. Y era un otoño casi de manual. E hicimos el recorrido con un guía de lujo.
Ha pasado mucho tiempo, es cierto, pero es que necesitaba que, si no todo, al menos la mayoría de los elementos tuvieran un por qué; que significaran algo. He buscado no tanto que me expresaran a mí sino los mostraran a ellos.
 

De ahí también los cambios: se han ido produciendo a medida que intuía que me equivocaba en algo. Por ejemplo, la S inicial tuve claro al principio que debía quedar inscrita en un círculo —la Tierra— pero después entendí que tenía que hacerla “casar” con la F y que eso significaba hacer más “achaparrada” ésta y “ovalar” un poco la primera.
Otros elementos estuvieron claros desde el primer momento: Acompañando las iniciales debían estar dos animales significativos: el martín pescador y la graellsia isabelae. Si hubiera sido mejor miniaturista me habría atrevido también con una nutria, pero me limité a anotar el nombre científico —lutra lutra— en el margen derecho, junto a los del pino rodeno y otros.
Las orlas superior e inferior debían tener las hojas y los frutos —en disámaras— del arce de montpellier. El color de estos frutos remite al final de verano; el de las hojas, al principio del otoño.

El trabajo quedó dividido en tres zonas: la superior, dedicada a Sonia, comienza con una orla formada por una rama sin fin compuesta de doce círculos —los signos del zodiaco, la bóveda celeste— con las hojas y los frutos apuntando hacia arriba. 
El texto, que hace referencia a mi visión de su personalidad, con cierta tendencia a la mística y al trascendentalismo, está caligrafiado con acuarela de tonos azul-verdosos, aunque predomina el color del cielo. Los tonos verdes remiten al reflejo de las copas de los árboles en los ríos cuando llega la primavera.
En la zona centro predomina la asimetría y cierto caos. Como presidiendo, y apoyado sobre la F inicial de Fermín, el martín pescador; luego las iniciales compartiendo el dorado pero alterando los tonos: La F se complementa de azul —el color predominante en el texto para Sonia— y la S de verde —más centrado en los tonos de Fermín— . En diagonal con el ave, y apoyada en la S, la graellsia isabeliae.

Dominando todo, ambas letras, entrelazadas y unidas con una filacteria con el resto de sus nombres. Y luego todo el rededor orlado con los colores de ambos. A la derecha, con el texto en vertical, los nombres de algunas especies en latín. El último, capra pyrenaica, no cabía, así que se quedó a medias. Un animal, por cierto, que hasta hace dos décadas no había empezado la colonización de la Serranía Ibérica.
En la parte inferior, el texto dedicado a Fermín, con colores de bosques en otoño. El texto hace referencia a realidades inútilmente perdidas y que él recupera, y es que, aunque una de sus excusas preferidas para pasarse días en el campo es la fotografía, en el fondo subyace una necesidad casi primitiva —en el mejor sentido de la palabra— de volver a sentirse uno con la Naturaleza. 
Yo lo percibo como un naturalista clásico, que sólo roza el academicismo, pero que suple con su conocimiento profundo del medio lo que pueda faltarle en ese campo.
En la parte inferior vuelve a repetirse la orla con hojas y frutos del acer monspessulanum, pero esta vez diferenciada: de un lado, la rama, que también se cierra sobre sí misma, tiene sólo once círculos pero, en cambio, de cada uno de ellos salen dos pequeñas ramitas con una hoja y un fruto señalando, esta vez, el arriba y el abajo. Y aquí prefiero que cada cual interprete, si lo desea, lo que le parezca.
Una nota final: Tan dispares entre ellos y, sin embargo, tan unidos y cercanos, para señalar simbólicamente esos elementos en común utilicé el rojo de las iniciales del texto, las capitulares entrelazadas, la filacteria que las abraza, que es una, aunque los nombres aparezcan separados; las líneas doradas que sirven de guía; los colores mezclados en las orlas de alrededor y las hojas y frutos del arce de Montpellier.
Con un abrazo mío y otro de Godelieve para cada uno de vosotros.

Ferdinandus, d.s. bajo los signos de Acuario, Piscis y Aries

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