Hace unos años, cuando mi hija Andrea se fue de Erasmus a Gante, le hice una rosa de los vientos. Imagino que, en el fondo de mi corazón de padre, era una forma de desearle que estuviera siempre orientada.
Este año, aprovechando la proximidad de la primavera, recuperé la idea, pero incluyendo a toda la familia y, por supuesto, a mí, que soy el que más desnortado anda.
A finales de febrero daté mis primeros apuntes para este trabajo. A largo de marzo, fui concluyendo los bocetos, como siempre, después de diversos cambios.
Dado que el texto que la acompañaba, y la va a acompañar, va de barcos de vela, comencé por un barco y el monograma con las iniciales de nuestros apellidos, T, V y S.
Mi barco predilecto era coca medieval (hay dos en Barcelona que me encantan, una en el Museo Marítimo y otra a los pies de la imagen de Nuestra Señora en la iglesia Santa María del Mar), pero no cuadraba con los versos del poema, que implican la posibilidad de giro en las velas. Recurrí entonces a una carraca por diversas razones, entre otras porque en la época decían que tenía mal comportamiento en las tormentas (como yo mismo, ja, ja, ja).
Más tarde descubrí entre mis fotos, por casualidad, una interesante de un velero renacentista coronando uno de los tejados de la Grote Mark de Amberes… pero ya era tarde para cambiar el diseño. Hubiera podido ser un pequeño homenaje a mi esposa; lo dejo para otra ocasión.
Por cierto, en un principio, el monograma iría en el centro de la Rosa y el barco sustituyendo la N que significaba el Norte.
Después preparé el Sol y la Luna, sin muchas dudas, salvo que debía limitar la longitud de los rayos solares para que no desestabilizara demasiado la simetría. Aunque en el boceto el Sol está a la derecha, en el trabajo irá sobre el Este y la Luna sobre el Oeste, en Creciente, aunque su mirada le dé la espalda al Sol.
Por último, en un momento dado, pensé en aprovechar el pergamino, que es rectangular, y olvidarme de la primera idea, que era realizarlo con un formato cuadrado. De esta forma, incluiría nuestros nombres en una filacteria inferior.
Lo cual me llevó a nuevos cambios. Modifiqué ligeramente el monograma e introduje un nuevo elemento: un Grifo, animal mítico muy familiar al ser un cuento de los hermanos Grimm —El Pájaro Grifo— que leía de niño y que les he contado en innumerables ocasiones a mi hijo y mis hijas.
Y un diseño vegetal que aprovecharía para "rellenar" huecos.
Sería este animal el que ocuparía el centro de la Rosa, pasando el monograma a ocupar el centro de la filacteria.
Ferdinandus, d.s. Finalizados durante el tercer decanato de Aries del Anno Dominice Incarnationis de MMXXI.
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