Esta vez, el árbol familiar no ha sido tal, sino una vid. También pertenece al reino vegetal, a fin de cuentas.
La historia es larga —el proceso también lo ha sido— pero no es tema de comentarios. Digamos, simplemente, que me apetecía volver a dibujar un Árbol Familiar y, en un momento dado, encontré el motivo y la razón. Y con “el motivo” no me refiero al aspecto emocional, sino al iconográfico; porque tengo en mi corazón más de uno de estos Árboles pendientes pero no me decido a trabajar con ellos precisamente porque me falta ese “motivo”, porque aún no he dado con el árbol adecuado.
Pero sigamos: la idea empezó a estar clara en noviembre pasado y, poco a poco, empecé a emborronar papeles con trazos y bocetos. Quería, esta vez, coronar la planta con una ventana gótica, de tracería sencilla y rosetón pentalobular. El pentágono, ya se sabe, es de aquellas figuras con una geometría sagrada interesante.
Luego, a partir del diseño general, empecé los primeros bocetos de las filacterias y de las hojas y frutos de dos tipos de vid concretos: las šipon (furmit) y laški rizling, con las que pensaba hacer una combinación en una vid simbólicamente correcta aunque vegetalmente improbable…
e hice la primera composición de filacterias, que ocupaba sólo la parte más alta de la ventana.
El último boceto fu el de la parte inferior con las filacterias ya incluidas.
Y entonces, un problema: al hacer un primer montaje con fotocopias, me di cuenta de que el conjunto quedaba descompensado, al quedar muy “vacía” la mitad superior, así que decidí “recortar” la ventana gótica. También pensé que las filacterias deberían llegar más abajo.
Así que hice un nuevo boceto de la parte superior que se ajustara más a lo que pretendía.
Luego ya vino el trabajo propiamente dicho.
Elegí, como es habitual, un papel artesano para acuarela de 300 gr. y barbas a los cuatro lados de la casa Garzapapel, y el resto, lo de siempre: acuarelas Smincke, tintas Escarlata y Sepia de la serie “Calligraphy Ink” de Winsor & Newton y pan de oro para la N y los puntos superiores.
Sobre el texto final: soy un admirador de la filosofía del profesor Bellavista, un personaje de Luciano de Crescenzo. Y, tratándose de una vid, no pude evitar, como colofón, colocar el comienzo del evangelio de Mateo (20:1) referido a la parábola de los viñadores. No tanto por el significado estrictamente religioso, sino por el que le confiere dicho profesor y que, en este contexto, me pareció no sólo adecuado, sino también hermoso.
Para finalizar, para guardarlo, Godelieve, mi esposa optó esta vez por un tubo forrado de corcho y con las juntas decoradas con una cadeneta de hilos gruesos de color granate.
P.S. Por si alguien anda interesado, el texto de De Crescenzo al que hago referencia ya lo caligrafié en agosto de 2016, archivado en: http://ferdinandusscripsit.blogspot.com/2016/08/el-trabajo-en-la-vina-del-senor.html
Ferdinandus, d.s. Finalizado en los primeros días del tercer decanato de Acuario del Anno Dominice Incarnationis de MMXXI.
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