sábado, 2 de noviembre de 2019

Un árbol con siete frutos

Sefer Yetzirah. Capítulo Cuarto. Sección decimoquinta 
Siete dobles, begat cafrat.
Porque en ellas están establecidos siete Mundos, siete Firmamentos, siete Tierras, siete Mares, siete Ríos, 
siete Desiertos, siete Semanas, siete Años, siete Remisiones 
y siete Jubileos.
Por eso prefirió los intervalos de siete bajo todos los Cielos.






Uno de los números que destacan en el universo cabalístico es el siete: los días de las semana el mes lunar tiene cuatro semanas, el periodo de la mujer—, el número de brazos que tiene la menorah, el candelabro hebreo. Como el árbol de mi dibujo, que tiene siete ramas que se le asemejan y que da siete frutos. 
Aparte de las siete letras dobles, hay otros dos números siete que fueron los que me motivaron a hacer esta caligrafía y sobre los que reflexionaba mientras trabajaba: los años de Remisión y los de Restitución.
Entre los antiguos hebreos, cada siete años se celebraba un año de Remisión, o Sabático, en el que debían perdonar las deudas a sus prójimos —quizá el sentido del Padre Nuestro “perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” no sea metafórico, sino literal; recordemos que la figura de Jesús se asocia al movimiento esenio, cuyos miembros habían llegado a practicar una suerte de comunismo primitivo—, y luego, tras siete veces siete, el quincuagésimo año, tenían el año de la Restitución o Jubileo, en el que el perdón de las deudas, la liberación de esclavos y otros pormenores no sólo afectaba a los miembros de la comunidad judía, sino también a los extranjeros que convivían con ellos.
Está escrito en Deuteronomio 15 (edición Reina-Valera 1960)

15  Cada siete años harás remisión.
2 Y esta es la manera de la remisión: perdonará a su deudor todo aquel que hizo empréstito de su mano, con el cual obligó a su prójimo; no lo demandará más a su prójimo, o a su hermano, porque es pregonada la remisión de Jehová. (…)
12 Si se vendiere a ti tu hermano hebreo o hebrea, y te hubiere servido seis años, al séptimo le despedirás libre.
13 Y cuando lo despidieres libre, no le enviarás con las manos vacías.
14 Le abastecerás liberalmente de tus ovejas, de tu era y de tu lagar; le darás de aquello en que Jehová te hubiere bendecido.

Y en Levítico, 25
8 Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años. (…)
10 Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia.
11 El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos.

Esta práctica —me temo que en desuso— tenía una importancia significativa en aquella sociedad. Señala al respecto una nota a pie de página de la traducción del Sefer Yetzirah: “La consecuencias de la ley no eran tan sólo de orden económico, impidiendo la pobreza o riqueza excesivas, sino que contribuía a la paz, relajando las tensiones sociales. Pero quizá lo más importante sea su significado y efectos sobre la preocupación y vida individual cotidiana del judío. No había que apurarse demasiado si la desgracia se cernía sobre uno, ni tampoco uno se podía sentir tentado ni estimulado a acumular. Lo efímero y transitorio de los bienes materiales era algo que debía calar en el sentir del pueblo y favorecer la entrega de sus vidas a Dios”.


Y ahora mi reflexión de hoy: Nada nos pertenece; todo lo que creemos poseer, y no sólo los bienes materiales sino también la familia, los amigos, la juventud, la salud y hasta la propia vida, no es más que algo efímero que un día —más cercano, más lejano— dejará de ser nuestro. 
Toca reivindicar, pues, la existencia considerada como lo que es: un conjunto de préstamos; y que nosotros, como deudores o acreedores, deberíamos gestionarlos, en cada caso, con moderación, justicia y generosidad, luchando con ahínco contra la absurda ilusión de que hay algo que realmente nos pertenece, porque todo lo disponemos sólo en depósito. 
Disfrutad de lo que tenéis o creéis tener: tiene fecha de caducidad. Y, aunque seáis jóvenes, creedme, nunca está demasiado lejana.
Ferdinandus d.s. Finalizado bajo el tercer decanato de Libra, el vigésimo tercer día del mes de octubre del Anno Dominice Incarnatinonis MMXIX.

P.S. Pienso que, si no fuera porque sería mezclar demasiado tradiciones y costumbres, éste sería un buen tema para la felicitación familiar de esta próxima Navidad. Pero buscaremos otra cosa.

1 comentario:

  1. Gracias por ofrecernos un poco de cultura en cada una de tus láminas...
    Un abrazo Ferdinando.

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