viernes, 28 de febrero de 2020

G de Godelieve en tonos azules 2. La inicial

El papel utilizado ha sido, como es habitual, un Garzapapel para acuarela de 20 x 20 cm que, como siempre, me parece muy bonito pero en el que la plumilla fina se atranca que es un contento. Aunque hay alternativas.

Tras los primeros trazos —para horror de los puristas, prescindí de la plumilla que se atranca y utilicé un rotulador de gel de 0,38 mm de MUJI, que es mi preferido para escribir— fijé los límites del dorado, que en este caso han sido unos simples filetes laterales, los cubrí con una capa de pasta de relieve de La Pajarita y, cuando estuvo bien seca, le superpuse el Kölner Instacoll System Base

Una hora después, estaba listo para aplicar el pan de oro con un palillo de las orejas, ya que utilizando este producto no hace falta pulirlo después.

Luego los azules. Para la letra utilicé el gouache Azul cobalto Nº 512 de Talens mezclado previamente con pasta relieve satinada para darle un poco de volumen y brillo. Para las hojas usé la acuarela Schimincke Ultramar 443.

Los pequeños frutos, en un principio, había pensado en hacerlos granates, pero, tras consultar con la parte femenina de la familia, estuvimos de acuerdo en que sería mejor centrarse en la gama azul, así que busqué un tono más oscuro para diferenciarlos: la Calligraphy Ink  Azul oscuro de Winsor & Newton

Y, para finalizar, un toque con un puntito blanco en cada uno. Por cierto, me repito pero, para conseguir volumen… añadí a la tinta un poco de pasta relieve La Pajarita satinada.
Y esto es todo por ahora.
P.S. Tengo aquí que reconocer que, cuando finalicé la decoración con las hojas, estuve a punto de dejar la G tal cual y no añadir los frutos. Pero me pudo la curiosidad, ¿el resultado? Va en gustos.


Ferdinandus, d.s. Finalizado en el primer decanato de Piscis, el vigésimo séptimo día del mes de febrero del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.

jueves, 27 de febrero de 2020

G de Godelieve en tonos azules 1. Bocetos

Después de acabar una R para mi sobrina Raquel me paré a pensar en cómo quedaría otra inicial, pero en ese tono que me apasiona, el azul cobalto. Y, como hacía tiempo que no hacía ninguna inicial para mi esposa, me propuse mi siguiente trabajo.
A partir de algunos alfabetos góticos, lo primero que hice fue diseñar una G que, siguiendo con mis hábitos, inscribí en un círculo. Tras diversos intentos, este fue el boceto con el que empecé a trabajar.

Bocetar la letra aislada tiene una ventaja: se escasea, se imprimen las copias que hagan falta y se trabaja con ellas a lápiz decorándolas de diversas maneras.

La “decoración” estaba clara desde antes de empezar, pero también hubo intentos fallidos, sobre todo por mi tendencia a recargarlo todo. Si alguien piensa que este diseño está recargado es porque, obviamente, no ha visto alguno de los anteriores. 


Ferdinandus, d.s. Finalizado en el primer decanato de Piscis, el vigésimo día del mes de febrero del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.

viernes, 24 de enero de 2020

R de Raquel

Mi momento de reflexión preferido es la noche. Pero la noche noche, no esa noche aguada de antes de irme a dormir. Y prefiero las ideas autónomas, las que me asaltan,  más que las que voy a buscar. Me gusta sorprenderme de vez en cuando en alguna de esas innumerables veces que ando despierto aunque, he de reconocerlo, la mayoría se han perdido cuando intento recordarlas a la mañana siguiente.
Hace poco tuve una de ellas. Llevaba tiempo sin practicar caligrafía —a excepción de la cita obligada con la felicitación familiar navideña— e incluso me había planteado dejar aparcada la afición durante un tiempo porque me sentía un poco desganado y esa noche, de pronto, me vino una idea a la cabeza: hacer una inicial para mi sobrina Raquel, la hija mayor de mi hermano Carlos. Pienso en ella de vez en cuando, pero nunca había tenido la necesidad de decirle algo de esta manera; y ahora la tenía. 
Aunque soy de tardar, a la mañana siguiente estaba enredando, buscando ideas; y lo que a veces me ha costado semanas ahora iba apareciendo con una fluidez a la que no estoy acostumbrado y en poco tiempo tenía decidido cómo iba a ser. Y ha sido.
Pronto pergeñé el primer esbozo, aunque ahora, visto el final, creo que no tuve en cuenta un detalle: lo ejecuté como si se tratara de una capitular a utilizar acompañando un texto, así que no centré la inicial en el conjunto, sino que la situé más hacia la derecha. Una sandez, porque desde el principio la había asumido como una inicial independiente.

De ahí a los siguientes —ninguno es nunca es el definitivo, cuando comienzo a trabajar con el último vuelven a surgir cambios— fue cuestión de unos días y, poco después ya había elegido el papel (mi típico Garzapapel para acuarela de 300 gr. y 20x20 cm. con barbas a los cuatro lados), la gama cromática y todo lo demás.

Por cierto, un segundo problema apareció al disminuir el tamaño, ya que perdía detalles respecto al boceto original y además, al ser el papel tan grueso, no pude utilizar la mesa de luz para pasarlo a limpio.
Mis problemas con el dorado persisten, pero voy enredando. Para conseguir un poco más de volumen, esta vez, recurrí a la pasta de relieve La Pajarita diluida en agua caliente antes de aplicarla. 
Una vez bien seca, le añadí una capa de base de Kölner Instakoll y, una hora después, iba añadiendo el pan de oro. A ver cuándo consigo que me quede totalmente liso.


Luego acabé de perfilar los contornos.
Para el color, una combinación de acuarela Verde Permanente nº 553 de Schminke y gouache para caligrafía Goldpearl en tubo de la misma marca.
Para concluir, los pequeños frutos rojos que, como siempre, tienen volumen; lo consigo aplicando con pincel una mezcla de la pasta de relieve citada a la que añado la tinta Scarlet / Calligraphy Ink de Winsor & Newton, que me parece preciosa. De todas formas, siempre me apetece poner un puntito blanco en cada uno. Me parece que quedan mejor.

Por cierto, pensaba repasar con plumilla y engrosar un poco las “ramas”, pero, aceptando el consejo de mi hija, decidí dejarlo tal y como estaba; daba una mayor sensación de sutileza. En el texto/dedicatoria he dejado, así mismo, los tonos casi transparentes a veces.

Ferdinandus, d.s. Finalizado en el primer decanato de Acuario, el vigésimo tercer día del mes de enero del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Felicitación familiar de Navidad, 2019

Aquí de nuevo. A contracorriente porque la Navidad, como tal, cada vez “se lleva” menos. En lo ético y en lo estético, que es más grave si cabe. Pero, dado mi agnosticismo confeso, tampoco quiero entrar aquí al trapo.
(Ha sido todo un poco confuso. Aquí, uno de los bocetos descartados)
El texto, esta vez, ha sido cosa mía. Una reflexión que me he hecho en más de una ocasión y que hoy comparto porque me he percatado de que quizás no sea el único afectado por las dolencias de la obcecación y la necedad. 


Por si no se entiende bien la puñetera letra, el texto reza así:
Sentirse feliz de vez en cuando no es difícil: Basta con cambiar de propósito y, en vez de lamentarnos por nuestras carencias, orientarnos al goce de lo que nos es accesible. E insistir, porque, demasiado a menudo, nos perderán tanto nuestra obcecación como nuestra necedad.
En cuanto a la forma: este año he intentado recargar la imagen un poco menos aunque, conociéndome, sabía de antemano que era tarea imposible. A nivel iconográfico he repetido el acebo —cariño que le tengo a esta planta— y, como curiosidad, en vez del muérdago he introducido el roble (alguna razón habrá). Materiales, los de siempre: la Winsor & Newton roja, las acuarelas Schmincke, algunos guaches de la Talens y el papel de acuarela de 300 gr. de Garzapapel, en el que siempre caigo y con el que tengo el problema de que las plumillas no corren demasiado bien en esa superficie rugosa que me encanta pero que me agobia.


Y las reflexiones, este año las dejo para cada cual, que ya somos todos mayorcitos y, con los tiempos que corren, vete tú a saber si cometo alguna incorrección política.
En cuanto a lo de sentirse feliz de vez en cuando, la verdad, yo voy a intentarlo en la medida de mis posibles. Allá vosotros. 
Que tengamos todos un buen año, que falta nos hace.


Ferdinandus, d.s. Finalizado en el tercer decanato de Sagitario, el decimoséptimo día del mes de diciembre del Anno Dominice Incarnationis de MMXIX.

sábado, 2 de noviembre de 2019

Un árbol con siete frutos

Sefer Yetzirah. Capítulo Cuarto. Sección decimoquinta 
Siete dobles, begat cafrat.
Porque en ellas están establecidos siete Mundos, siete Firmamentos, siete Tierras, siete Mares, siete Ríos, 
siete Desiertos, siete Semanas, siete Años, siete Remisiones 
y siete Jubileos.
Por eso prefirió los intervalos de siete bajo todos los Cielos.






Uno de los números que destacan en el universo cabalístico es el siete: los días de las semana el mes lunar tiene cuatro semanas, el periodo de la mujer—, el número de brazos que tiene la menorah, el candelabro hebreo. Como el árbol de mi dibujo, que tiene siete ramas que se le asemejan y que da siete frutos. 
Aparte de las siete letras dobles, hay otros dos números siete que fueron los que me motivaron a hacer esta caligrafía y sobre los que reflexionaba mientras trabajaba: los años de Remisión y los de Restitución.
Entre los antiguos hebreos, cada siete años se celebraba un año de Remisión, o Sabático, en el que debían perdonar las deudas a sus prójimos —quizá el sentido del Padre Nuestro “perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” no sea metafórico, sino literal; recordemos que la figura de Jesús se asocia al movimiento esenio, cuyos miembros habían llegado a practicar una suerte de comunismo primitivo—, y luego, tras siete veces siete, el quincuagésimo año, tenían el año de la Restitución o Jubileo, en el que el perdón de las deudas, la liberación de esclavos y otros pormenores no sólo afectaba a los miembros de la comunidad judía, sino también a los extranjeros que convivían con ellos.
Está escrito en Deuteronomio 15 (edición Reina-Valera 1960)

15  Cada siete años harás remisión.
2 Y esta es la manera de la remisión: perdonará a su deudor todo aquel que hizo empréstito de su mano, con el cual obligó a su prójimo; no lo demandará más a su prójimo, o a su hermano, porque es pregonada la remisión de Jehová. (…)
12 Si se vendiere a ti tu hermano hebreo o hebrea, y te hubiere servido seis años, al séptimo le despedirás libre.
13 Y cuando lo despidieres libre, no le enviarás con las manos vacías.
14 Le abastecerás liberalmente de tus ovejas, de tu era y de tu lagar; le darás de aquello en que Jehová te hubiere bendecido.

Y en Levítico, 25
8 Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años. (…)
10 Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia.
11 El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos.

Esta práctica —me temo que en desuso— tenía una importancia significativa en aquella sociedad. Señala al respecto una nota a pie de página de la traducción del Sefer Yetzirah: “La consecuencias de la ley no eran tan sólo de orden económico, impidiendo la pobreza o riqueza excesivas, sino que contribuía a la paz, relajando las tensiones sociales. Pero quizá lo más importante sea su significado y efectos sobre la preocupación y vida individual cotidiana del judío. No había que apurarse demasiado si la desgracia se cernía sobre uno, ni tampoco uno se podía sentir tentado ni estimulado a acumular. Lo efímero y transitorio de los bienes materiales era algo que debía calar en el sentir del pueblo y favorecer la entrega de sus vidas a Dios”.


Y ahora mi reflexión de hoy: Nada nos pertenece; todo lo que creemos poseer, y no sólo los bienes materiales sino también la familia, los amigos, la juventud, la salud y hasta la propia vida, no es más que algo efímero que un día —más cercano, más lejano— dejará de ser nuestro. 
Toca reivindicar, pues, la existencia considerada como lo que es: un conjunto de préstamos; y que nosotros, como deudores o acreedores, deberíamos gestionarlos, en cada caso, con moderación, justicia y generosidad, luchando con ahínco contra la absurda ilusión de que hay algo que realmente nos pertenece, porque todo lo disponemos sólo en depósito. 
Disfrutad de lo que tenéis o creéis tener: tiene fecha de caducidad. Y, aunque seáis jóvenes, creedme, nunca está demasiado lejana.
Ferdinandus d.s. Finalizado bajo el tercer decanato de Libra, el vigésimo tercer día del mes de octubre del Anno Dominice Incarnatinonis MMXIX.

P.S. Pienso que, si no fuera porque sería mezclar demasiado tradiciones y costumbres, éste sería un buen tema para la felicitación familiar de esta próxima Navidad. Pero buscaremos otra cosa.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Dos consideraciones sobre el orden

A nivel de texto
Serva ordinem et orto servabit te. Guarda el orden y el orden te guardará.
El Orden es un tema fascinante sobre todo para quien, como yo, tiende irrefrenablemente al caos: desde el nivel social, político o laboral al simple desempeño de las labores cotidianas parece, de un lado, imprescindible mientras que, de otro, entiendo que puede ser agobiante. 
A nivel intelectual, el Orden tampoco es tan unitario como parece: hay quien distingue entre el Orden Estático y el Orden Dinámico —esa diferencia entre quien se obsesiona por que cada cosa esté “en su sitio” y quien trabaja mejor en medio de un aparente caos que no le impide saber dónde tiene, en cada momento, lo que necesita—. Y luego está el Orden Personal, porque ¿quién define cuál es “el sitio” correcto para cada cosa?
Así que la frase, resumiendo una filosofía que me parece muy defendible, me parecía demasiado rígida. Entonces, esa parte íntima de mí que tiende al desorden se rebeló y recordé otra frase, complementaria, y que me ha servido de muletilla y estímulo desde hace tiempo: La tristeza es la ausencia total de desorden.
Por cierto, he escrito esta frase es tal y como yo la recordaba pero, buscando entre mis notas —en algunas cosas no soy tan desordenado— encontré la original, que es más interesante: “El origen de la tristeza es la falta absoluta de desorden”; el autor es Antonio Dyaz y aparece en un articulo titulado “Las virtudes del desorden”, cuya lectura recomiendo. No la cambié porque la caligrafía ya estaba a medias. 
En cuanto a la imagen
Empecemos reconociendo las inspiraciones: la “L” es una variante —de hecho, acabó pareciéndose poco, pero he de reconocer el origen— de una inicial un tanto caótica, pero hermosa, que encontré en un manuscrito precioso de la Biblioteca de la Universidad de Basel (Basel, Universitätsbibliothek, AN II 3 f. 85r); la orla inferior, a su vez, es una variación —bastante mediocre, por cierto— de la que realizara esa magnífica artista que es Olga Lavka Titivillusa para adornar el acabado del rabo de un “d” en un texto (no tengo más referencias, lo siento). 
El proceso:
No sé cuantos bocetos he hecho de la bendita “S”. Alguno lo he utilizado para un trabajo familiar; los demás los he guardado como recuerdo de hasta dónde pueden llevar las dudas.




La inicial también ha sufrido variaciones, incluso de color, aunque aquí no las consigne. Una de ellas me pareció desequilibrada.


Otra la utilicé para hacer el trabajo, pero tampoco acabó de gustarme y además presentó dos problemas, por lo que lo dejé sin finalizar:
  1. En la parte inferior coloqué un árbol que descompensaba todo, tanto formal como cromáticamente, y
  2. Dejé para el final añadir el dorado, la masilla para dar relieve al rojo tardó en secar más de lo previsto y ensucié la inicial al apoyar el pan de oro. Maldito desorden.

El árbol, por cierto, tras diversas modificaciones en el boceto original, me esta sirviendo para otro quehacer con una temática absolutamente diferente. Pero de eso ya hablaremos.


P.S. Por cierto, el ligero relieve que incluso añado a algunas letras, lo consigo con la pasta de relieve de La Pajarita —la versión satinada— pero nada más me ha funcionado bien con la tinta roja Calligraphy Ink de Winsor & Newton.


Ferdinandus d.s. Finalizado bajo el tercer decanato de Libra, el vigésimo día del mes de octubre del Anno Dominice Incarnatinonis MMXIX.