Por un error estúpido —posiblemente en mi
inconsciente recordaba el título de una canción de infancia de Conchita Piquer,
modernizada luego por Joaquín Sabina—, he
escrito “Y sin embargo, te quiero”, cuando lo que quería escribir era “Y sin
embargo, os quiero”, así, en plural.
Pero en fin, dejemos que el Dr. Freud extraiga
las conclusiones de este acto fallido y vayamos a lo nuestro.
Esta frase, con “os”, que no con “te”, es, desde
hace años, uno de los lemas familiares. Trabajamos en mejorar, incluso en
corregirnos —cada cuál a sí mismo, los unos a los otros— pero luchamos por
aceptarnos en nuestra esencia, por asumir nuestras particularidades, nuestra
peculiaridad, eso que denominamos nuestras idiosincrasias.
Así que es una frase para que podamos leer todos
y cada uno de los cinco componentes pensando en los demás. Aplicable en
sucesivos círculos, por supuesto, a familiares de otros grados y a amigos.
A nivel cromático, quizás por el momento, a
pesar de estar aún en primavera todo es muy otoñal.
Ferdinandus, d.s. bajo el signo de Géminis.
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