sábado, 3 de octubre de 2020

Iniciales lombardas para una percha de mascarillas

 A menudo lo cotidiano nos invade hasta en esos momentos que pretendemos dedicarnos a nosotros. Lo cual está muy bien, por cierto.

En este caso, el uso habitual de mascarillas, que nos llevó primero a comprarlas y luego a artesanalizarlas (me acabo de inventar un verbo, espero que se me entienda) ha generado, al menos en mi casa, la necesidad de un sitio específico donde colocarlas. Algo que, sólo hace unos meses, ninguno nos habíamos planteado. 

Así que el otro día mi esposa recicló un viejo marco de fotografías y me dijo: Fernando, haz unas iniciales sencillas y legibles para que esto quede un poco mejor. Y eso ha sido todo. Tomé como modelo unas letras lombardas, las rediseñé a mi gusto y aquí están: sin ningún tipo de florituras ni decoraciones, con simple tinta roja sobre una cartulina de 160 gr. Y poca cosa más.

Una reflexión: algo hermoso de la vida a lo que a veces no prestamos atención es a todas esas cosas que, siendo “y poca cosa más”, suman horas vividas, momentos compartidos, sensaciones, aprendizajes, relaciones… pueden ser un té virtual con una amiga o una charla vía FaceTime con mi hijo, un paseo por la arena de la playa, cocinar al lado de mi hija, ver en pareja un capítulo de cualquier serie o, como ahora mismo, hacer unas sencillas letras para que quede más vistosa la percha donde colgamos las ahora omnipresentes mascarillas.

P.S. Las iniciales, por cierto, no son casuales; corresponden a Andrea, Godelieve y Fernando, los que actualmente convivimos aquí.

Ferdinandus, d.s. Realizado en los dos últimos días del primer decanato de Libra del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.


martes, 4 de agosto de 2020

Un árbol —o tres— para mi hermano Pablo

Este ha sido uno de esos trabajos largos. No por la laboriosidad, sino por la desazón que lo ha acompañado. 

De una primera versión tengo ya bocetos del 22 de marzo. Estábamos en pleno confinamiento. Era el mismo árbol, pero diferente. Encerrado en un óvalo en vez de en un círculo, incluía también retortas,  matraces, un fuelle y otros elementos relacionados con la alquimia. 

Se me ocurrió pintar las hojas de una forma totalmente diferente, usar fondos claros. Y en un momento dado todo me superó y lo dejé reposar. 

Luego se me ocurrió hacer lo mismo pero de una manera más tradicional. Y a primeros de mayo comencé éste.

En estos meses han pasado muchas cosas y he ido intercalando otros trabajos.

Y ahora por fin lo veo acabado. A mi esposa le gustaba mucho más el otro. A mí la verdad es que también; lo tengo ahí, en espera de algún día en que sienta que es el momento de finalizarlo. 

Entre tanto, el actual:

El árbol, en realidad, son tres tejos con los troncos entrelazados. Dos hembras y un macho. 

Las hembras pertenecen a dos subespecies diferentes, el tejo negro común Taxus bacata (frutos rojos) y la variedad Taxus bacata lutea (frutos amarillos). Bueno, en realidad uso la palabra “frutos” para entendernos porque, al ser una planta gimnosperma, lo que se ve es el arilo, o cubierta carnosa que recubre la semilla.

El macho se caracteriza por producir unas estructuras esféricas —doradas en mi árbol— capaces de liberar polen.


El tejo es un árbol al que mi hermano le tiene mucha querencia. Es realmente curioso: no sólo hay machos y hembras —hay otros árboles que también poseen esta diferenciación sexual— sino que se extiende la teoría de que pueden cambiar de sexo —aunque muy lentamente— con la edad y las condiciones climáticas (el tejo de Fortingall, en Escocia, de unos 5.000 años, parece ser que está “dando el cambio”). 

Además de tener la mejor madera para fabricar arcos, por lo que se le utilizó como símbolo de la guerra en la Edad Media, en la mitología celta —Ydgrassil— es un árbol funerario y se relaciona con la runa sagrada Eihwaz, que simboliza el eje vertical que permite el paso del mundo terrestre al celeste.

En este caso, acompañándolo están un ouroboros que forma el símbolo de infinito rodeando los troncos, una planta de Datura extramonium (a nuestra derecha), otra de Atropa belladona (a nuestra izquierda), y una hembra de Mandrágora officinarum, cuyas hojas salen del círculo y cuya raíz enlaza con la del tronco macho central. Cerrando esa unión, en dorado, una letra hebrea Peh, que corresponde a la P pero también a la F.  En la parte superior derecha, emergiendo del follaje, un cuervo.

Los significados de todos estos elementos —que haberlos, haylos— son tan amplios que dejo su interpretación al antojo del que lo desee. 

En la filacteria puede leerse, «Paolo, T. P. Fratello, nato vicino a due fiumi sotto il signo della Vergine dell’anno Dominici Incarnationi MCMLII». En italiano, en recuerdo de algún origen.

Ferdinandus, d.s. Finalizado entre el segundo decanato de Leo del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.


lunes, 27 de julio de 2020

F de Fernando, con hojas.

No sé si hay demasiadas personas capaces de juzgarse a sí mismas con un mínimo de imparcialidad. Yo no, desde luego. Así que, para organizar mi inicial decidí no imaginar nada, recurrí a un F bastante común —y que quedó demasiado gruesa al final, pero no me percaté hasta bueno le di color—,  y asumí un poco del resto de las iniciales de la familia, como para significar algunas de mis grandes dependencias emocionales: Las hojas son de forma hastada, como las que utilicé para la G mi esposa; sus colores —así como los de los pequeños frutos— son, en cambio, la combinación de los utilizados en las iniciales de mis hijas e hijo.
Inscribí mi inicial en un hexágono regular —esta vez afinidades con el número seis— y, como en el caso de la G de Guillermo, tardé unas dos semanas hasta que me decidí por la tipografía del título que he hecho coincidir con la suya.

Estos días está haciendo mucho calor. Y lo noto.
Ferdinandus, d.s. Finalizado entre el segundo decanato de Cáncer y el primer decanato de Leo del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.

sábado, 25 de julio de 2020

G de Guillermo con hojas

Era de esperar. En un momento dado me pregunté ¿por que no hacer las iniciales de todo el conjunto familiar e integrar así también a los varones? Y de este modo comencé, simultáneamente, a dibujar una G para mi hijo Guillermo y una F para mí mismo.
Guillermo siempre nos ha parecido complejo y brillante —a su manera, por supuesto— por lo que me planteé insertar su inicial en un heptágono regular —afinidad simbólica con el número siete— y utilizar colores relacionados con el Sol, ya que nació bajo el signo de Leo. 

Decidí utilizar el amarillo limón para la base y, además del pan de oro, usar también la tinta dorada de la serie Calligraphy Ink de Winsor & Newton añadida en algunas partes.

Para romper la monotonía cromática, que me resultaba demasiado monótona y daba al trabajo un aire de “sobreexposición”, añadí pequeños frutos rojos al lado de los anaranjados y dorados.
Las hojas, esta vez, han sido lanceoladas.

Acabé el trabajo hace ya un par de semanas, pero he estado dudando durante todo este tiempo con la tipografía a utilizar en el título. Al final una uncial.
Ferdinandus, d.s. Finalizado entre el segundo decanato de Cáncer y el primer decanato de Leo del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.

sábado, 6 de junio de 2020

C de Carla en granates y cálidos

Intentando cosas nuevas. No un color ni dos, sino alguno más. Siempre acuarela. El dominante ha sido el Carmín de gar oscuro nº 354, de Schmincke Horadam (en tubo), complementado con Rojo de cadmio nº 332, Carmín 333, y Amarillo indio nº 225 en pastilla. Para las frutillas, la tinta Escarlata Calligraphy Ink de Winsor & Newton mezclada con pasta de relieve La Pajarita.

Por cierto, el puntito para significar el brillo de cada frutilla, después de pruebas con tinta, gouache, etc, el mejor resultado lo he obtenido con un rotulador blanco de punta fina: concretamente el Begreen de Pilot.

El papel utilizado el ya comentado Garzapapel para acuarela de 300 gr. de 20 x 20 cm y barbas a los cuatro lados. 


E insisto, la C no está inscrita en un círculo, sino en un óvalo, aunque no sea fácil percibirlo.
Ferdinandus, d.s. Finalizado en el segundo decanato de Géminis del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.

viernes, 5 de junio de 2020

A de Andrea en tonos verdes

Siempre hay cosas que se tienen claras desde el principio —aunque luego pueden cambiarse— y también están las dudosas. En ese caso, nuestra duda fue si utilizar un tono de verde o dos. Andrea y yo coincidíamos en el color adecuado, pero también veíamos interesante la combinación, así que finalmente nos decidimos por ambos. Los elegidos fueron las acuarelas Verde brillante nº 551 y Verde permanente nº 553 de Schmincke.
El papel utilizado —un día de estos, cuando se acabe, ya probaré otro— fue un Garzapapel para acuarela de 300 gr. de 20 x 20 cm y barbas a los cuatro lados. 

El dorado ha seguido dándome algunos problemas. Con ganas de lograr un buen volumen, primero apliqué la típica pasta de relieve de La Pajarita brillante pero, al secarse, se hundía en la zona central, a pesar de que le di dos capas.

Después, como base para dorar, he utilizado el Instacoll System Base de la casa Kölner, que me funciona muy bien sin otro producto posterior. 

Y hubo también un segundo problema con la pasta de relieve que no fue grave, pero cuyo resultado no era el que pretendía. Esta pasta me ha ido siempre muy bien mezclada con la tinta Escarlata de Winsor & Newton pero, al mezclarla con otros colores —la tinta Verde también de Winsor & Newton y los verdes 551 y 553 de las acuarelas Schmincke— el resultado fue un tono verde oscuro muy homogéneo, donde no se notaban las diferencias cromáticas de los colores originales.
Es lo que apliqué para resaltar las frutillas que esta vez, a diferencia de la G de Godelieve, no tenían ramitas que los unieran a los tallos de las hojas. 
Ferdinandus, d.s. Finalizado en el segundo decanato de Géminis del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.