viernes, 5 de marzo de 2021

Una vid para la Familia Dijak

Esta vez, el árbol familiar no ha sido tal, sino una vid. También pertenece al reino vegetal, a fin de cuentas. 

La historia es larga —el proceso también lo ha sido— pero no es tema de comentarios. Digamos, simplemente, que me apetecía volver a dibujar un Árbol Familiar y, en un momento dado, encontré el motivo y la razón. Y con “el motivo” no me refiero al aspecto emocional, sino al iconográfico; porque tengo en mi corazón más de uno de estos Árboles pendientes pero no me decido a trabajar con ellos precisamente porque me falta ese “motivo”, porque aún no he dado con el árbol adecuado.

Pero sigamos: la idea empezó a estar clara en noviembre pasado y, poco a poco, empecé a emborronar papeles con trazos y bocetos. Quería, esta vez, coronar la planta con una ventana gótica, de tracería sencilla y rosetón pentalobular. El pentágono, ya se sabe, es de aquellas figuras con una geometría sagrada interesante.


Luego, a partir del diseño general, empecé los primeros bocetos de las filacterias y de las hojas y frutos de dos tipos de vid concretos: las šipon (furmit) y laški rizling, con las que pensaba hacer una combinación en una vid simbólicamente correcta aunque vegetalmente improbable…


e hice la primera composición de filacterias, que ocupaba sólo la parte más alta de la ventana.


El último boceto fu el de la parte inferior con las filacterias ya incluidas.


Y entonces, un problema: al hacer un primer montaje con fotocopias, me di cuenta de que el conjunto quedaba descompensado, al quedar muy “vacía” la mitad superior, así que decidí “recortar” la ventana gótica. También pensé que las filacterias deberían llegar más abajo. 

Así que hice un nuevo boceto de la parte superior que se ajustara más a lo que pretendía. 



Luego ya vino el trabajo propiamente dicho. 

Elegí, como es habitual, un papel artesano para acuarela de 300 gr. y barbas a los cuatro lados de la casa Garzapapel, y el resto, lo de siempre: acuarelas Smincke, tintas Escarlata y Sepia de la serie “Calligraphy Ink” de Winsor & Newton y pan de oro para la N y los puntos superiores.


Sobre el texto final: soy un admirador de la filosofía del profesor Bellavista, un personaje de Luciano de Crescenzo. Y, tratándose de una vid, no pude evitar, como colofón, colocar el comienzo del evangelio de Mateo (20:1) referido a la parábola de los viñadores. No tanto por el significado estrictamente religioso, sino por el que le confiere dicho profesor y que, en este contexto, me pareció no sólo adecuado, sino también hermoso.


Para finalizar, para guardarlo, Godelieve, mi esposa optó esta vez por un tubo forrado de corcho  y con las juntas decoradas con una cadeneta de hilos gruesos de color granate. 



P.S. Por si alguien anda interesado, el texto de De Crescenzo al que hago referencia ya lo caligrafié en agosto de 2016, archivado en: http://ferdinandusscripsit.blogspot.com/2016/08/el-trabajo-en-la-vina-del-senor.html 


Ferdinandus, d.s. Finalizado en los primeros días del tercer decanato de Acuario del Anno Dominice Incarnationis de MMXXI.


martes, 15 de diciembre de 2020

Felicitación familiar de Navidad, 2020

 Feliz Navidad. Las variantes de este año: he probado un papel diferente, con otra textura y también he introducido elementos en relieve, tanto en forma de texto como en el tronco del acebo o en las líneas separadoras. Con dos problemas que había previsto pero que no he podido solucionar del todo: 1) conseguir con un suplemento de cartulina el grosor necesario para que se percibiera bien el relieve en un papel de 300 gr. y 2) ser capaz de colocarlos en el lugar exacto que les correspondía teniendo en cuenta que era la parte final del trabajo. 

En un momento determinado, y teniendo en cuenta que este año lo he empezado con tiempo suficiente, hasta he estado tentado de dejarlo como estaba y comenzar uno nuevo; la última vez fue cuando, por un falso movimiento, ensucié la superficie con uno de los papeles en que secaba los pinceles —todavía puede verse la suave mancha entre la “i” en relieve y la “n” de non

Finalmente decidí dejarlo así: si cada ejercicio refleja, de alguna forma, algo de lo que está pasando, de lo que vivo, pensé que debía permitir que permanecieran aquellos restos que muestran la crisis, las limitaciones de movimientos, los errores, el impacto de noticias poco constructivas.

También, por eso, esta vez cambiamos el texto del comienzo. Felicitamos la Navidad, como cada año, pero respecto al próximo 2021 ya no deseamos simplemente un “Feliz Año” sino, con humildad, que sea “un poco mejor que éste”, tal y como puede leerse en diferentes lenguas en la filacteria que abraza el tronco del acebo. Siempre con nuestros mejores deseos, tanto para nosotros como para vosotros pero, tal y como están las cosas, pensamos que más valía ser prudentes en las peticiones. 

La frase principal, la propuesta de reflexión, estuvo clara desde el confinamiento: “No podemos tener una vida perfecta sin amigos”. Se le atribuye a Dante Alighieri  y quisiéramos, eso sí, ampliar el significado de la palabra amistad, en este contexto que vivimos, tanto a la familia como a los simples conocidos —y casi desconocidos— que durante estos meses nos han ofrecido, muchas veces desinteresadamente, su ayuda y su apoyo. Y con “nos” no queremos limitarnos únicamente a nosotros como familia, sino incluiros y entendernos como comunidad.

Ferdinandus, d.s. Finalizado bajo el signo de Escorpio, en su tercer decanato, del Anno Dominice Incarnationis de MMXIX.

martes, 8 de diciembre de 2020

Bocetos de una N para la felicitación navideña

 Este año comencé la tarea mucho antes. Quizá haya sido un error; trabajo mejor bajo presión. O no, y eso pretendo creer para seguir procastinando cuando me apetece. El caso es que, recién empezado septiembre ya había realizado ensayos y a mediados tenía la inicial preparada. 

Había decidido que este año la felicitación navideña familiar incluiría relieves, a pesar de que sabía que eso plantearía problemas al tenerlos que combinar con ilustración en color. Porque, obviamente, los relieves deberían ser lo último en hacerse.

Tras diversos intentos, limité las formas de la N capitular a tres.

Luego me dediqué a decorarla



Luego recorté el “molde”


Y finalmente hice una primera prueba de relieve sobre papel de boceto de 80 gr. 



Ferdinandus, d.s. Finalizado en el tercer decanato de Virgo del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.


sábado, 3 de octubre de 2020

Iniciales lombardas para una percha de mascarillas

 A menudo lo cotidiano nos invade hasta en esos momentos que pretendemos dedicarnos a nosotros. Lo cual está muy bien, por cierto.

En este caso, el uso habitual de mascarillas, que nos llevó primero a comprarlas y luego a artesanalizarlas (me acabo de inventar un verbo, espero que se me entienda) ha generado, al menos en mi casa, la necesidad de un sitio específico donde colocarlas. Algo que, sólo hace unos meses, ninguno nos habíamos planteado. 

Así que el otro día mi esposa recicló un viejo marco de fotografías y me dijo: Fernando, haz unas iniciales sencillas y legibles para que esto quede un poco mejor. Y eso ha sido todo. Tomé como modelo unas letras lombardas, las rediseñé a mi gusto y aquí están: sin ningún tipo de florituras ni decoraciones, con simple tinta roja sobre una cartulina de 160 gr. Y poca cosa más.

Una reflexión: algo hermoso de la vida a lo que a veces no prestamos atención es a todas esas cosas que, siendo “y poca cosa más”, suman horas vividas, momentos compartidos, sensaciones, aprendizajes, relaciones… pueden ser un té virtual con una amiga o una charla vía FaceTime con mi hijo, un paseo por la arena de la playa, cocinar al lado de mi hija, ver en pareja un capítulo de cualquier serie o, como ahora mismo, hacer unas sencillas letras para que quede más vistosa la percha donde colgamos las ahora omnipresentes mascarillas.

P.S. Las iniciales, por cierto, no son casuales; corresponden a Andrea, Godelieve y Fernando, los que actualmente convivimos aquí.

Ferdinandus, d.s. Realizado en los dos últimos días del primer decanato de Libra del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.


martes, 4 de agosto de 2020

Un árbol —o tres— para mi hermano Pablo

Este ha sido uno de esos trabajos largos. No por la laboriosidad, sino por la desazón que lo ha acompañado. 

De una primera versión tengo ya bocetos del 22 de marzo. Estábamos en pleno confinamiento. Era el mismo árbol, pero diferente. Encerrado en un óvalo en vez de en un círculo, incluía también retortas,  matraces, un fuelle y otros elementos relacionados con la alquimia. 

Se me ocurrió pintar las hojas de una forma totalmente diferente, usar fondos claros. Y en un momento dado todo me superó y lo dejé reposar. 

Luego se me ocurrió hacer lo mismo pero de una manera más tradicional. Y a primeros de mayo comencé éste.

En estos meses han pasado muchas cosas y he ido intercalando otros trabajos.

Y ahora por fin lo veo acabado. A mi esposa le gustaba mucho más el otro. A mí la verdad es que también; lo tengo ahí, en espera de algún día en que sienta que es el momento de finalizarlo. 

Entre tanto, el actual:

El árbol, en realidad, son tres tejos con los troncos entrelazados. Dos hembras y un macho. 

Las hembras pertenecen a dos subespecies diferentes, el tejo negro común Taxus bacata (frutos rojos) y la variedad Taxus bacata lutea (frutos amarillos). Bueno, en realidad uso la palabra “frutos” para entendernos porque, al ser una planta gimnosperma, lo que se ve es el arilo, o cubierta carnosa que recubre la semilla.

El macho se caracteriza por producir unas estructuras esféricas —doradas en mi árbol— capaces de liberar polen.


El tejo es un árbol al que mi hermano le tiene mucha querencia. Es realmente curioso: no sólo hay machos y hembras —hay otros árboles que también poseen esta diferenciación sexual— sino que se extiende la teoría de que pueden cambiar de sexo —aunque muy lentamente— con la edad y las condiciones climáticas (el tejo de Fortingall, en Escocia, de unos 5.000 años, parece ser que está “dando el cambio”). 

Además de tener la mejor madera para fabricar arcos, por lo que se le utilizó como símbolo de la guerra en la Edad Media, en la mitología celta —Ydgrassil— es un árbol funerario y se relaciona con la runa sagrada Eihwaz, que simboliza el eje vertical que permite el paso del mundo terrestre al celeste.

En este caso, acompañándolo están un ouroboros que forma el símbolo de infinito rodeando los troncos, una planta de Datura extramonium (a nuestra derecha), otra de Atropa belladona (a nuestra izquierda), y una hembra de Mandrágora officinarum, cuyas hojas salen del círculo y cuya raíz enlaza con la del tronco macho central. Cerrando esa unión, en dorado, una letra hebrea Peh, que corresponde a la P pero también a la F.  En la parte superior derecha, emergiendo del follaje, un cuervo.

Los significados de todos estos elementos —que haberlos, haylos— son tan amplios que dejo su interpretación al antojo del que lo desee. 

En la filacteria puede leerse, «Paolo, T. P. Fratello, nato vicino a due fiumi sotto il signo della Vergine dell’anno Dominici Incarnationi MCMLII». En italiano, en recuerdo de algún origen.

Ferdinandus, d.s. Finalizado entre el segundo decanato de Leo del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.


lunes, 27 de julio de 2020

F de Fernando, con hojas.

No sé si hay demasiadas personas capaces de juzgarse a sí mismas con un mínimo de imparcialidad. Yo no, desde luego. Así que, para organizar mi inicial decidí no imaginar nada, recurrí a un F bastante común —y que quedó demasiado gruesa al final, pero no me percaté hasta bueno le di color—,  y asumí un poco del resto de las iniciales de la familia, como para significar algunas de mis grandes dependencias emocionales: Las hojas son de forma hastada, como las que utilicé para la G mi esposa; sus colores —así como los de los pequeños frutos— son, en cambio, la combinación de los utilizados en las iniciales de mis hijas e hijo.
Inscribí mi inicial en un hexágono regular —esta vez afinidades con el número seis— y, como en el caso de la G de Guillermo, tardé unas dos semanas hasta que me decidí por la tipografía del título que he hecho coincidir con la suya.

Estos días está haciendo mucho calor. Y lo noto.
Ferdinandus, d.s. Finalizado entre el segundo decanato de Cáncer y el primer decanato de Leo del Anno Dominice Incarnationis de MMXX.