Seamos francos: esto no es un ejercicio de
caligrafía, sino de, como dicen los niños, “pintar y colorear”. Pido disculpas.
La caligrafía japonesa, el Shodó, es una de gran complejidad y llegar a ser un maestro
requiere, además de un gran sentido de la estética, largos años de aprendizaje
y práctica. Para los grandes calígrafos japoneses todo, desde la elaboración
del papel, la tinta o los pinceles a la paz interior previa necesaria, son
elementos importantes para realizar un trabajo. Incluso cada trazo se ha de
hacer siguiendo un orden preciso, para así formar parte de un todo indivisible.
Lo que sigue, por tanto, es un ejercicio pueril
sin nada que ver con el Shodó. Reitero
mi petición de disculpas.
¿Cómo he llegado, entonces, a atreverme? Era una
excusa. Quería llamar la atención con el fin de compartir el significado del
concepto IKIGAI.
Así que he dejado por un momento lo que estaba
haciendo y me he entretenido en dibujar y colorear los caracteres —kanji— que lo forman. Mientras, dejaba
la mente en blanco y así, mientras mi mente se relajaba, el calor se me hacía
más soportable.
Ferdinandus, d.s. Bajo un signo de Cáncer
canicular
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