Un papel de nuevo con barbas a los cuatro lados, de color amarfilado
subido, con textura marcada, pero en el que se borra perfectamente el lápiz y
las plumillas corren bien.
El formato es DIN A4. Para el texto he pasado de
tintas y he utilizado un preparado de nogalina rebajado con un poco de café. El
azul es gouache aplicado con plumilla, ya que con pincel resultaba complicado.
Ahora quisiera hacer una aclaración final sobre
un posible malentendido: Algún lector sagaz habrá detectado un aparente error
de diseño. El texto es sobre la salud, pero en el centro de la decoración final
lo que aparece no es la Vara de Esculapio —símbolo de la medicina—, sino el
Caduceo —símbolo del comercio—. Y no, no es un error.
Ambos símbolos tienen como eje un bastón, pero
mientras que en el del primero se enrosca una única serpiente, en el del
segundo son dos y, además, está alado.
A hilo de mis reflexiones anteriores, he
deseado interpretar que el Caduceo, en este caso, integraba también la Vara de
Asclepio.
Y es que, en mi opinión, en este momento,
medicina y comercio están actualmente más unidas que nunca. La salud, en
nuestras sociedades primermundistas, es una pieza clave del contexto económico
y social, no sólo del científico —en 2009, cerca del 40% de los europeos
consumieron antibióticos; en España, el gasto público en salud de 2012 fue de
74.683 millones de €— . El derecho a la salud, al que nadie desea renunciar, es
una referencia imprescindible del Estado del Bienestar.
Un nuevo contexto en el que se afianzan nuevas
formas de entender la salud como bienestar global y la medicina como un arte de
sanar más holístico.
Sea como sea, creo que la frase de Schopenhauer
nunca perderá actualidad ni validez.
Ferdinandus, d.s. Bajo el signo de Cáncer
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