viernes, 17 de julio de 2015

St. Gallus y el oso. Versión sin ilustración.

Me apetecía centrarme más en el texto.
Y tenía ganas, además, de trabajar con un tipo de letra concreta, la batarde.
Me acabó de decidir una tipografía de este tipo para ordenador muy curiosa que me atrajo desde el primer momento: La 1413 Cursive. En algunos aspectos era similar a otras, como la diseñada por Claude Mediavilla, pero tenía variantes muy curiosas. Y una característica muy particular: es prácticamente ilegible (véase un fragmento de texto impreso tal y como queda utilizando esta tipografía):
En Times: “No sé si conoces la leyenda. A comienzos del siglo VII, un monje irlandés llamado Gallus vino a este rincón del mundo a convertir a los montañeses paganos. Creo que eran adoradores de osos”.
Me remitió a mis años de estudiante y al recuerdo de algunos comentarios de una compañera que estudiaba paleografía: se quejaba de que había textos que eran prácticamente imposibles de descifrar. O sea, que si creemos que durante la Edad Media y el Renacimiento todos los amanuenses copiaban en gótica o uncial con letra clara y precisa estamos muy equivocados.
De entre las minúsculas me resultaron interesantes:


La e, que semejaba una mayúscula pero perdiendo el trazo medio. Tanto esta letra como la n, si eran la última letra de una palabra, iban decoradas con una gracia hacia arriba.

La s, para la que, igual que Mediavilla, se proponen dos modelos muy distintos, según la letra vaya al principio o en medio de la palabra, o al final
Y luego están las mayúsculas, que son otra historia.
Obviamente, las retoqué a mi gusto para que, sin perder la esencia, fueran un poco más comprensibles (la a y la r, por ejemplo, no me gustaban nada y las cambié).

Seguiré trabajando con esta tipografía, cambiando lo que necesite hasta hacerla a mi gusto. Un ataque de esa “creatividad” que comentaba en el post anterior.

Ferdinandus, d.s. Bajo el signo de Cáncer.

4 comentarios:

  1. Como siempre, un gran trabajo y una reflexion sobre los osos.

    En tres ocasiones distintas he podido ver osos. Una fue en Berna, donde al ser el emblema de la ciudad, tienen unos cuantos en un espacio al aire libre al lado del rio. La segunda vez fue en Teverga, Asturias, en situacion parecida; dos osos encerrados en un espacio abierto al lado de una transitada senda cicloturista. La última vez fue en el zoo de Lugo; una empalizada grande con una ventana de cristal reforzado para poder verlos muy de cerca. Las tres veces vi el mismo comportamiento en los animales. Los osos pasean sin descanso alrededor de su espacio y cuando los ves piensas: ¡Que simpáticos, mira como se mueven! Pero al cabo de un par de minutos te das cuenta de que el paseo es repetitivo, estresante, monotono y agobiante por lo preciso de los movimientos. Como una pelicula ejecutada en bucle eterno. Animales de ojos vidriosos buscando por infinitesima vez una salida, una escapatoria. Es en ese momento cuando te embarga una enorme tristeza. Odio los zoos. De pequeño visité el de Barcelona y me ilusionó hasta que vi a la orca (Ulises creo que se llamaba) en una piscina tan pequeña. El de Lugo lo vi con las esperanza de ver lobos (que los vi) pero salí triste otra vez después de ver al oso. Creo que mi oso interior se revela cada vez que ve un animal enjaulado.

    Perdón por la anecdota pero era solo para ilustrar que las lecturas de tus reflexiones generan más reflexiones. Un saludo de "¡¡¡el oso en persona!!!" (no he podido evitar acordarme de Javier Fesser y su "El secdleto de la tlompeta")

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    1. Yo con los zoos tengo una relación ambigua. Entiendo posiciones como la tuya —he visto últimamente, en alguna ocasión, en la puerta, activistas pidiéndoles a padres que no entraran y explicando por qué— y padres que no han hecho caso. Y no me he atrevido a juzgar a unos ni a otros. Personalmente, hace años, fui a menudo mis hijos. Y lo pasamos bien; y aprendimos muchas cosas sobre los animales. Ahora paso por la puerta en alguna ocasión, cuando paseo por el parque de la Ciudadela, pero ya no me apetece entrar. Desde entonces hasta hoy, he reflexionado desde perspectivas muy distintas. He visto como pescaban para comer las nutrias. Y he visto dormitar a los leones. No sé, tampoco, cuántos animales son nacidos en cautividad y si conocen otra forma de vida. Y también tengo una anécdota: estudiaba historia de la cinematografía y, en equipo, teníamos que presentar un corto de unos diez minutos. En aquella época el sistema era el súper-8, así que, por problemas técnicos, tuvimos que relatar la voz en off a viva voz. El tema elegido fue la elección entre libertad y seguridad, y la base fue el zoo de Barcelona. Realizamos un montaje en paralelo unido por esa voz en off constante ya citada. Filmábamos animales —los delfines, gracias a las cristaleras del piso inferior, nos quedaron muy bien— y exponíamos nuestras ideas y nuestras razones. Intercaladas, imágenes de los bloques de pisos que rodean el parque de la Ciudadela. El monólogo era duro. Muchos compañeros apreciaron la ironía y más de uno tuvo materia para reflexionar esa noche... y volver a recordar unos años más tarde, incluso. Yo, sin ir más lejos.
      Hoy mismo, no sé hasta qué punto proyectamos en los animales nuestras propias carencias, nuestros deseos, nuestros sueños. Me gustaría saber qué sienten, realmente, cada uno de ellos. Seguramente me sorprendería. Entre tanto, el oso que ahora me preocupa más es ese interior a que hace referencia la historia de San Gallus. Y ese sí que es indomable. Espero.

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  2. Todo el día inventando…… Yo ahora voy a montar mis aparatos en el garaje, con la intención de hacer algo distinto, una composición anacrónica en su armonía con respecto a la melodía, para dar pie a un escrito, con conceptos difusos sobre lo que podríamos denominar la materia inmaterial físicamente. (Una melodía clara con un acompañamiento disonante. Con un texto que hable de lo que sabiendo que no es sostenemos como cierto.)

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  3. Carlos, ya sabes que mis conocimientos de música, armonía o contrapunto son básicamente cero. Así que sólo puedo opinar, cuando la oigo, si una composición me gusta más o menos. Pero eso sí, esta vez esperaré a oírla con más afán que nunca porque de tus explicaciones no entiendo nada. El anacronismo de la armonía respecto a la melodía me supera, y lo de la materia inmaterial me parece pura metafísica. Pero hay una cosa que sí entiendo y me gusta: has vuelto a montar tus aparatos. Estás desaparcando. Avanti a toda máquina: es el momento. No importa tanto el resultado, sino el hecho de caminar. La práctica todo lo pule. Por cierto, y todo depende de si crees en las coincidencias: la persona que ha hecho el comentario anterior, Miguel Seara, también compone y publica en internet. Puedes oír lo que hace en http://www.xente.mundo-r.com/seara/ o buscando en internet "Miguel Seara".
    Un abrazo Carlos. Nos seguimos siguiendo.
    Fernando

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